
“A todas estas personas, una vez que se recuperan, las ayudamos a reincorporarse en la sociedad. No es tarea fácil porque al no estar subvencionados debemos buscar soluciones económicas y valernos por nosotros mismos. Con doce años fumé mi primer porro y de ahí en adelante cada vez fue peor. Con veinte años fui consciente por primera vez de que me estaba metiendo en un mundo muy oscuro, que duró cinco o seis años más. Entonces intenté salir de este mundo yo solo, pero me resultó imposible. Fue en ese momento cuando me hablaron de un centro cristiano en Chiclana, donde me acogieron y finalmente pude empezar una nueva vida. La familia que llevaba este centro me habló de Dios y parte de mi rehabilitación fue de búsqueda interior a través de Él. Ayudar a los demás, junto con mi mujer, también ex-toxicómana, es algo que nace de nuestro interior porque vemos la necesidad que tiene nuestra sociedad. Desde el año 1989 en que me rehabilito, empiezo a dedicarme a esta labor y a partir de 1997 lo hago en Carmona. El mundo de las drogas no se ve hasta que está uno dentro y mi consejo a los jóvenes es que no tomen “nada” y disfruten de muchas otras cosas que no son las drogas”.
1 comentario:
He tenido la suerte de conocer a este hombre. Me quito el sombrero.
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